«No podemos dejar que los jóvenes crezcan sin los
conocimientos, las competencias y las actitudes
necesarias para ser miembros productivos de la
sociedad.
Nuestras sociedades no pueden permitírselo.
Y nuestras empresas tampoco.
Las empresas necesitan trabajadores creativos,
cualificados e innovadores.
Invertir en educación es formar una generación de
personas cualificadas, con ingresos más elevados y
mayor demanda de productos y servicios, lo que
genera nuevos mercados y nuevas posibilidades
de crecimiento.
La filantropía empresarial es crucial, pero
necesitamos que más empresas reflexionen sobre
la manera en que sus políticas y prácticas
institucionales pueden influir en las prioridades
educativas.
Ustedes, que entienden de inversión y se centran
en lo esencial, saben cuáles son los beneficios de la
educación para todos.» Ban Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidas
¿Por qué ahora?
En la 14ª Encuesta anual a directores generales de empresas mundiales que realiza Pricewaterhouse Coopers (PwC), el 66% de los directores generales señaló que la falta de competencias
adecuadas era su mayor problema a la hora de encontrar empleados capaces1
. De acuerdo con la
Encuesta sobre escasez de talento efectuada en 2012 por el grupo Manpower, la tercera parte de
los 38.000 empleadores encuestados no lograba cubrir sus puestos de trabajo debido a la falta
de competencias técnicas y habilidades “duras”2
. La educación es fundamental para desarrollar las competencias en aritmética, lectura y escritura, resolución de problemas y pensamiento
crítico que serán necesarias para futuras oportunidades laborales.
Vivimos una crisis mundial del aprendizaje
Más de 57 millones de niños en edad de cursar la enseñanza primaria no están aún escolarizados3, y la mitad reside en zonas afectadas por conflictos4. Más de 69 millones de adolescentes no
asisten a la escuela primaria ni secundaria5. En los últimos tres años estas cifras apenas han disminuido, y en algunos países los avances se han estancado o se han registrado retrocesos. Hay
niños, jóvenes y adultos que siguen padeciendo discriminación en el acceso a las oportunidades
de un aprendizaje de calidad, pese a que la comunidad internacional ha afirmado el derecho a la
educación.
Incluso cuando van a la escuela, algunos niños y jóvenes a menudo no aprenden. Hay 250 millones de niños en edad de cursar la enseñanza primaria que no saben leer ni escribir; algunos de
ellos (130 millones) ni siquiera después de haber pasado cuatro años en la escuela6. Unos 774
millones de adultos (de los que las dos terceras partes son mujeres) no saben leer ni escribir7
.
La situación es peor en los países afectados por conflictos. Muchos niños que ven su educación
interrumpida por conflictos y situaciones de emergencia no vuelven después a la escuela. La falta
de oportunidades educativas menoscaba el desarrollo económico general y la estabilidad social8.
El sector privado tiene enormes posibilidades de contribuir a mejorar la educación en el mundo.
Si no actuamos, nuestro futuro colectivo estará marcado por desigualdades cada vez más
profundas y por el potencial inexplotado de millones de personas. Hay ya más de 1.000 millones
de personas de entre 15 y 24 años en los países en desarrollo, aproximadamente la sexta parte
de la población mundial9. La limitación de las inversiones en educación de calidad hará que la
población más numerosa de la historia carezca de las competencias, los conocimientos y las
actitudes necesarias para participar de manera constructiva en la sociedad.
Hoy día las inversiones de las empresas en educación suelen ser escasas y a corto plazo y no estar coordinadas10. Con frecuencia se dirigen a niños y jóvenes de sociedades de ingresos medios
y rara vez benefician a los más marginados11. La educación es la mayor fábrica de igualdad, pues
ofrece a todos, niños, jóvenes y adultos, posibilidades de éxito.
La actividad empresarial ha sido motor de progreso en otros ámbitos, como el de la salud. La
experiencia muestra que puede tener efectos transformadores en la educación y contribuir eficazmente a la mejora de los sistemas de educación y el aprendizaje en el mundo. Si bien algunas
empresas ya han abierto la senda de una participación eficaz, este Marco puede ayudar a otras a
impulsar los objetivos mundiales de educación.